Perspectivas sobre el clima de la Bad River Band de la Tribu Chippewa del Lago Superior

Edith S. Leoso es la responsable tribal de conservación histórica de la Bad River Band de la Tribu Chippewa del Lago Superior.

¿Qué importancia tiene para ustedes el arroz salvaje?

El arroz salvaje es muy importante para nosotros. Forma parte de nuestro viaje migratorio y es lo que nos llevó a vivir donde estamos. Emigramos desde la costa este a lo largo del océano Atlántico, en la zona de Maine, hasta donde están los cherokees. Así de lejos llegaron los ojibwe. Mi maestro, Edward Benton-Banai, escribió el libro “La voz de los ojibwe”, que narra la historia de nuestro viaje migratorio y cómo viajamos. Hay mapas con las paradas que hicimos. Sucedió a través de profecías; aún hoy, no estamos seguros de si estos profetas eran personas reales o espíritus. Lo que nos dijeron se cumplió. Dijeron que tendríamos que desplazarnos hacia el oeste porque habría una raza de piel clara que llegaría a través de la Gran Agua Salada. Esto fue antes de que llegaran los europeos, antes de que llegaran los vikingos.

Por supuesto, había un gran escepticismo, pero, con el tiempo, la gente vio que sucedían distintas cosas que los profetas habían dicho que sucederían. Así, comenzó la migración. Sabíamos que pararíamos en siete lugares. Sabríamos si estábamos en el camino correcto cuando viéramos una isla que pareciera una tortuga al principio y al final de nuestro viaje. Al final de nuestro viaje, en la última parada, es donde encontraríamos la comida que crece encima del agua. Y ese es el arroz salvaje.

Sabíamos lo que era porque todavía hay manoomin (arroz salvaje) en Maine y siguen cosechando arroz allí. El pueblo micmac sigue cultivando arroz, y nosotros mantenemos un diálogo abierto y nos reunimos con ellos. Cuando volvimos a comunicarnos con nuestros parientes micmac, hace unos 20 años, una anciana vino a nuestro pueblo de “Odanah” y nos preguntó: “El nombre de su pueblo, ¿qué significa? ¿Cómo se dice?” Le dije que “Odanah” en inglés significa “pueblo”, pero que literalmente se traduce como “un lugar del corazón”. “Ode” es corazón en nuestro idioma. “Na” es una versión corta de la palabra que significa lugar. Este lugar centralizado que era el punto de encuentro de todas las personas que provenían de pequeños clanes se conocía como “Odanah”.

Manoomin (arroz salvaje) en el pantano de Bad River. Fotografía: Megan Powless

Hay más “Odanah” por ahí. Se lo conté y me dijo: “Lo sé, tenemos uno en Maine. Hay un lugar donde todos los ancianos se reúnen alrededor de este árbol. No sabemos cuántos años tiene ese árbol ni cuánto tiempo llevan reuniéndose allí, pero, si hay algo importante que hablar, van allí y llaman a ese lugar ‘Odanah’”. Probablemente, ahí es donde estábamos entonces, nuestro pueblo. Dijo que el lugar es tan antiguo que ni siquiera sabían en qué idioma estaba, hasta que vino aquí a “Odanah”. Desde entonces, revivió nuestra conexión con ellos.

¿Cómo ha sido la cosecha de arroz salvaje últimamente?

Este año tuvimos una cosecha épica de arroz salvaje, todavía está en marcha. Recuperamos la antigua forma de agrupar el arroz para obtener el mayor rendimiento. Estuve investigando a qué se debía ese crecimiento del arroz salvaje, y creo que fue la subida del nivel del agua, que ha estado bajando constantemente desde que yo era una niña de 8 o 9 años. Y, con esa bajada del nivel del agua, también se agotó el arroz salvaje en nuestra zona de los pantanos de Kakagon y Bad River, que está en el registro de Hito Natural Nacional (National Natural Landmark) como el mayor lecho de arroz salvaje cultivado de forma natural en los Grandes Lagos.

Al observar lo que estaba ocurriendo, también me di cuenta de que muchos de los árboles tag alder se estaban desprendiendo de los bancos de las orillas. Se estaban muriendo. El arroz de la ribera del río recibía más luz. Ese fue otro factor que contribuyó. El otro fue el tiempo más cálido sostenido con vientos suaves que duró un par de semanas. Ese tipo de clima propició el crecimiento exponencial del arroz salvaje. Tuvimos una temporada de arroz épica. Ni siquiera tenemos una idea aproximada de cuántas libras salieron de los 16,000 acres.

Usted está preguntando por el cambio climático y, cuando leí el correo electrónico, decía “comunidades poco representadas” y pensé: No somos comunidades poco representadas, sino que se nos ignora directamente porque llevamos hablando de los efectos acumulativos sobre el medioambiente desde que se firmaron los tratados en el siglo XIX. Hemos intentado reunirnos con los presidentes y todo eso, incluso cuando había una sobreexplotación de peces en el lago y cuando se arrojaron fuera todos los esturiones del lago, que murieron en las playas. Sabíamos que eran importantes.

Los cambios en los niveles del agua afectan a la cosecha de arroz salvaje. Fotografía: Megan Powless

Hasta 2020, más o menos, no se dieron cuenta de que los esturiones de lago eran importantes. Sí, son importantes y necesitamos recuperarlos. Me alegro de que estén reapareciendo. Recientemente, publicaron que había emergido del lago un esturión de 17 pies. La forma en que lo vimos es que “el antiguo” se nos está mostrando para hacernos saber que siguen ahí.

¿Estos cambios medioambientales se vienen produciendo desde que se firmaron los tratados?

Sí, y repito, no es que no hayamos dicho nada al respecto. Hay varias cosas que se pueden ver en la historia legislativa que prueban que hemos hablado de ello. Diciendo: “¡Oigan! Tienen que parar esto, no pueden estar talando tantos árboles, no pueden estar capturando tantos peces”. Se produjeron numerosos impactos en el medioambiente.

¿Qué más le gustaría que la gente supiera?

Nuestras leyes medioambientales tienen que ser más estrictas para desacelerar el proceso. Mi primer jefe, ya jubilado, ni siquiera iba a las reuniones de la Agencia de Protección del Medio Ambiente. Él preguntaba si existía algo de relevancia, algo que pudiéramos utilizar para argumentar que no se podía hacer. Y la respuesta era “no”, por lo que él cuestionaba por qué debería reunirse con ellos. No hay ningún mecanismo efectivo en ninguna ley que permita impedir esto. Creo que lo que quiero que la gente sepa es que no hay nada que proteja realmente la creación.

No me refiero a la postura “provida”, sino a la protección de la vida en toda la creación. He dejado de llamar medioambiente al medioambiente. Lo llamo “la creación” porque eso es lo que es. Es lo que está puesto aquí para que podamos vivir una vida larga y buena. Cuando vienen estudiantes universitarios y me dicen: “Sí, mi compañero de cuarto ni siquiera sabía que un arándano crecía en un arbusto”, les digo que eso es porque ya nadie conoce nuestra relación con la tierra. Creo que, a menos que podamos, a través de la legislación o de políticas, ayudar a proteger el medioambiente y desacelerar el proceso de cambio climático, todo seguirá como hasta ahora.

Probablemente, seamos las personas más interesadas en ello aquí, en este lugar. Porque hemos estado aquí mucho antes de que apareciera la raza de piel clara, mucho antes. Sabemos mucho de todo y de cómo ha cambiado. De cómo hay ciertos lugares en los que ya no hay bayas. De cómo hay ciertos peces que ya no vienen y también algo de cómo las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) están afectando a esos peces. Diferentes cosas en la creación hechas por el hombre están afectando todo.

Cuando sufrimos la inundación de 2016, una de las cosas que impulsó a Nicholas Pinter, de la Radio Pública Nacional, a venir aquí fue que se enteró de que las inundaciones habían comenzado en la década de 1960 y que tuvimos que empezar a trasladar a nuestro pueblo a tierras más altas, dos millas más arriba. Trasladar a nuestra gente dos millas camino arriba, lejos del río, también supuso una pérdida de cultura. Una de las pérdidas fue que nuestros hijos no aprendieron a nadar ni remar en canoa. Remar en canoa es fundamental para cosechar arroz salvaje.

Además, muchas de nuestras familias no tienen botes. Cuando vivíamos cerca del río, todas las familias tenían un bote, ya fuera hecho por ellos mismos o comprado. Creo que la mayoría los hacíamos nosotros porque no teníamos remolques, ya que todas nuestras casas estaban más cerca del río y todo estaba en el mismo lugar. Nunca recuerdo que se trasladaran los botes en un remolque. O se ataban en la parte superior del automóvil y se trasladaban hasta el río o se mantenían amarrados en el río toda la temporada hasta que llegaba el momento de preparar el bote para invierno.

¿Tuvieron que alejarse del río debido a las inundaciones?

Sí, a causa de las inundaciones. Pasaron un par de cosas. Una fue el cambio climático, en la década de 1960. La deforestación ocurrió a finales del siglo XIX y principios del XX. Con la deforestación no había nada que detuviera el agua, nada que absorbiera el agua que bajaba, y también se produjo un cambio en el clima. Ahora, nos hemos recuperado bastante de eso. Toda nuestra reserva está cubierta de bosques, probablemente diría que el 96 por ciento o más. Solo, quizás, un 2 por ciento de nuestra reserva está urbanizada, y, en gran parte, se trata de desarrollo sostenible.

En la actualidad, estamos haciendo la transición del uso de combustibles fósiles a la energía solar y explorando la posibilidad de incorporar la energía eólica en nuestras instalaciones. Es un proceso lento, porque llevamos hablando de ello desde las década de los ochenta, pero la financiación está llegando ahora. Finalmente, el gobierno federal se ha dado cuenta de que tenía que suceder, 30 años después.

Incluso estamos debatiendo sobre el transporte masivo con energía renovable porque vemos que la desaparición de los combustibles fósiles es inminente. Por qué esperar a que no haya más, más bien deberíamos empezar a hacer una transición hacia las energías renovables e invitar a Tesla y a quien sea a las comunidades para probar sus automóviles en un medioambiente de cuatro estaciones.

¿Tiene esperanza en el futuro?

Siempre tengo esperanza en el futuro, aunque la Tierra se degrade por completo, ella sigue viva y sanándose. Eso lo sé muy bien.

Creo que hay que recordar a la gente esa séptima generación del futuro. No deberíamos hacer nada que los afecte negativamente. Deberíamos mirar hacia adelante y pensar si esto va a ser bueno para ellos, cómo será, para qué va a servir. No debemos dañar a la humanidad. Deberíamos considerar sagrada a la humanidad y cuidar el aliento de vida que tenemos. Lo digo así porque, en nuestras enseñanzas, hay un creador que nos dio el aliento de la vida y, cuando llega el momento, lo exhalamos y ese aliento va a una nueva vida. Decimos que ese es el aliento del creador que tenemos dentro, con el que empezamos la vida.

Es una perspectiva diferente de cómo vemos el cambio climático. A menos que toda la humanidad comience a cambiar su forma de pensar y su forma de aprovechar los recursos del medioambiente, incluidos los combustibles fósiles y el maíz y cosas por el estilo, seguiremos avanzando en esta dirección de cambio climático hasta que ya no podamos respirar. Hemos degradado tanto nuestro aliento de vida. Pero sabemos que, si comenzamos a anticiparnos a los demás y a poner en práctica nuestras ideas, tal vez podamos establecer algo que perdure para las generaciones futuras. Que la séptima generación pueda retomarlo.

Los puntos de vista y opiniones expresados ​​en esta entrevista son los de los autores y no representan la política o posición oficial de la Universidad de Wisconsin-Madison ni de la Iniciativa de Wisconsin sobre los impactos del cambio climático.

Para obtener más información

Edith S. Leoso
Bad River Band de la Tribu Chippewa del Lago Superior
Responsable Tribal de Conservación Histórica
(715) 682-7123, ext. 1662
thpo@badriver-nsn.gov